RESCATE DE LAS BASES CHILENA Y BRITÁNICA EN ISLA DECEPCIÓN

Primer rescate.
El 4 de diciembre de 1967 a las 10:00 horas, el AP “Piloto Pardo”, al mando del capitán de fragata Carlos Borrowman, efectuó el relevo de la dotación de la base “Pedro Aguirre Cerda”, de la Fuerza Aérea de Chile, en la caleta Péndulo de la isla Decepción. El personal relevado fue trasladado en los helicópteros navales del Pardo (Naval 14: teniente 1° Fredrick Corthorn Besse; Naval 06: teniente 1° Héctor Higueras Ormazabal), quedando en la Base la Comisión Interventora, la Brigada de Reparaciones, la nueva dotación para 1968 y dos sismólogos del INACH, 27 hombres en total.

Aproximadamente a las 18:40 horas ocurrió un severo terremoto y una erupción volcánica vecina a la costa, cercana a la base chilena en caleta Péndulo. La columna de humo negro y ceniza volcánica se elevó por sobre los 2.500 metros de altura y a medida que se fue agrandando, avanzó sobre la base “Pedro Aguirre Cerda” por efecto del viento reinante, constituyendo un espectáculo impresionante, a la vez que pavoroso. Treinta minutos después, el área estaba sumergida en la oscuridad. Este fenómeno destruyó las instalaciones, tanto británicas de la base “John Biscoe” como chilenas de la base “Pedro Aguirre Cerda”.

Era necesario rescatar con vida a los hombres de ciencia y a los integrantes de las dotaciones que habían abandonado sus bases. La base británica, a 6 kilómetros de la chilena, lanzó una llamada de socorro y echó sus botes al agua.

Durante toda la noche, el Pardo se mantuvo frente a la isla, soportando una lluvia constante de cenizas y piedras que tapizaron la cubierta. La presencia del hongo provocó una tempestad eléctrica que anuló las comunicaciones por radio, aunque hacia el amanecer se escuchó una transmisión de la base británica, informando que habían llegado los chilenos.

Sólo poco después de las 07:00 horas de ese día se fondeó en las cercanías de la entrada de la bahía, en forma de herradura que tiene la isla Decepción y con los dos helicópteros del Pardo, que despegaron a las 07:17 horas, se inició la tarea de rescate. La situación para esos pequeños aparatos era en extremo seria, pues operaban en una atmósfera enrarecida, en una nube de polvillo volcánico, expuestos en cualquier momento a nuevas erupciones volcánicas, que ningún ser humano podía predecir, con sus equipos de radio sin contacto con el Pardo y con una visibilidad mínima, casi ciegos.

Sin poder mantener contacto por radio entre ellos, los dos helicópteros del buque debieron volar en medio de la turbulenta lluvia volcánica, que no permitía visibilidad alguna y que amenazaba con averiar y hacer caer los helicópteros. No obstante, en repetidos viajes y en medio de una atmósfera enrarecida y con visibilidad mínima, se salvó a todos los hombres de ciencia e integrantes de las dotaciones, tanto británicas como chilenas, 41 hombres en total, que se daban por perdidos. Todos fueron rescatados ilesos por la heroica acción de los helicópteros chilenos, cuyos pilotos, con clara conciencia de su deber, cumplieron exitosamente la orden, a sabiendas de que en cada vuelo exponían sus vidas.

Segundo rescate.
El 21 de febrero de 1969 en Isla Decepción del Continente Antártico, volvió a temblar. El día 22, parecía que el continente entero iba a estallar, a causa de la más violenta erupción volcánica consignada hasta ese momento. La humareda sulfurosa y las cenizas saturaban el ambiente, tornándolo asfixiante y cegador para las personas.

Los únicos habitantes del área eran los miembros de la Base Inglesa “John Biscoe”, que si bien se encontraban durante los temblores de 1967, no sufrieron daños en las instalaciones de su unidad, en esas condiciones optaron por permanecer en el lugar. La Base “Pedro Aguirre Cerda” de la Fuerza Aérea de Chile se había trasladado a la base “Gabriel González Videla”, en Bahía Paraíso.

Ese día, el AP 41 “Piloto Pardo”, estaba fondeado en Bahía Fildes, prestando apoyo a la construcción del Centro Meteorológico “Presidente Frei”. A las 07:55 horas se captó un mensaje procedente del R.S.S. “Shackleton”, en el cual se informaba que el personal de la base inglesa se encontraba muy preocupaba por una posible erupción y solicita asistencia.

El Comodoro Jorge PAREDES Wetzer ordenó inmediatamente que el “Pardo” concurriera con sus helicópteros al salvamento, que de acuerdo a sus cálculos, debía arribar a Bahía Foster, en isla Decepción, a las 14:15 horas, con el objeto de evacuar al personal inglés por medio de sus helicópteros.

A las 10:15 hrs., el “Shackleton” indico que los ingleses estaban haciendo abandono de la base y se dirigían al exterior de la isla, hacia la Punta Sur Este, donde esperaría ser rescatada junto a un letrero allí existente, y sólo esperaban el arribo del “Pardo”.

El buque concurrió prontamente y al recalar a Decepción, el espectáculo que encontró era similar al del año anterior. La erupción era intensa, con emanaciones de gases, piedras y cenizas. La escena era impresionante. Los hombres de ciencia británicos habían informado que abandonaban su base para dirigirse hacia la punta SE de la isla, que ofrecía más seguridad para ser rescatados.

El buque no pudo aproximarse, a media milla de la isla, no obstante las imposibles condiciones de vuelo, desde la cubierta de vuelo del Pardo despegaron los dos helicópteros, piloteados por los tenientes 1os. Víctor Parada Kreft, en el Naval 13 (helicóptero Bell 47J), y Hugo Bruna Greene en el Naval 06 (Bell 47G).

Los helicópteros del Pardo se perdieron de vista y volaron peligrosamente, a muy baja altura, sobrevolando el sector por largos veinticinco minutos, con muy poca visibilidad, sin hallar señales de los británicos. Como se acercaba el período nocturno, se intentó una acción temeraria: sobrevolar el área más próxima a la erupción y a la base que supuestamente había sido abandonada. En tierra, los cinco hombres de ciencia británicos, efectivamente, habían abandonado las instalaciones para dirigirse a la punta sur, según lo habían informado. En el trayecto, la lluvia de piedras, lodo y cenizas, les impidió avanzar, debiendo refugiarse en unas grutas. Uno de los británicos, el vulcanólogo Richard Stocks, que había sido rescatado de esta misma isla en diciembre de 1967, aseguraba a sus compañeros que esta vez las aeronaves no podrían llegar hasta donde se encontraban, debido a las difíciles condiciones existentes. Para su sorpresa y la de sus compañeros, los frágiles helicópteros aparecieron en medio de la ventisca y la lluvia de ceniza para cumplir su misión.

Después de tres horas de infructuosa exploración aérea por los helicópteros, de improviso surgió una fogata en tierra, eran los británicos que quemaban el remanente de combustible para señalar su ubicación a las aeronaves, que bajaron a recogerlos en medio de una intensa lluvia de piedras.

>La idea del rescate era realizar dos viajes: El teniente Parada, en el primer viaje llevaría a dos y el teniente Bruna a uno, y quedarían dos para el segundo viaje, pero los ingleses dirían otra cosa. El primero en arribar fue el teniente Parada, quien trataba de explicar el plan de rescate a los ingleses cuando a bordo del Naval 13 ya habían tres de ellos y fue imposible hacer descender al tercero, algo similar le ocurrió al teniente Bruna, como solamente quedaban dos en tierra, y al arribar con el Naval 06, estos dos se subieron en el pequeño helicóptero que en el borde de su máxima performance logró despegar.

Más tarde, entregaron sanos y salvos a sus pasajeros rescatados al HMS Shackleton, en la bahía Soberanía. Entre los rescatados había un ex piloto de la Real Fuerza Aérea Británica, el que se manifestó muy sorprendido por la operación de los helicópteros navales chilenos, declarando: “En las condiciones que se dieron, no era posible volar. Considero casi irreal lo hecho por los chilenos”. Por su parte, el comandante del HMS Shackleton valoró la batalla dada por los marinos chilenos para rescatar a los británicos, calificándola como una magnífica demostración de habilidad marinera, y remitió un informe al Reino Unido en el que destacaba que:

“Llegaron los helicópteros del “Piloto Pardo” a través de las cenizas y una nube de polvo y llevaron a todo el grupo al buque. El aterrizaje en el buque fue extremadamente difícil, ya que la burbuja estaba completamente oscurecida por una capa de ceniza y nieve. Asimismo existía una mar gruesa con treinta nudos de viento. Cuando el grupo abandonó la base la erupción aún continuaba”.

Los tenientes 1os. Fredrick Corthorn Besse, Héctor Higueras Ormazábal, Víctor Parada Kreft y Hugo Bruna Greene, fueron condecorados con la medalla “Al Valor”, el viernes 28 de marzo de 1969 a bordo del buque antártico AP “Piloto Pardo” por el Comandante en Jefe de la Armada, almirante Fernando Porta Angulo, luego de su destacada acción realizada el 5 de diciembre de 1967 y 21 de febrero de 1969 en la antártica chilena.