General Bernardo O'Higgins Riquelme (1778- 1842)

Nació en 1778, hijo del irlandés don Ambrosio O’Higgins y doña Isabel Riquelme. Fue educado en el Colegio de Naturales en Chillán, Colegio de San Carlos en Lima, y posteriormente fue enviado a Europa (España e  Inglaterra), donde, además de continuar con sus estudios, conoció a Francisco Miranda. Este último fue precursor de la independencia hispana, y fue quien imbuyó a O’Higgins con las ideas libertarias y consejos que le servirían para tomar parte activa en la lucha de emancipación de nuestro país.

Vuelve a Chile en 1802, un año después de la muerte de su padre, a la fecha, virrey del Perú, quien le heredó una hacienda, a la cual dedicó sus energías en los años venideros, junto con las actividades del servicio público, en los cargos de Alcalde de Chillán y Subdelegado de la Isla de Laja. Paralelamente recibió instrucción militar del Coronel Juan Mackenna, luego de lo cual organizó a los campesinos de su hacienda para el combate y, en Chillán, formó un cuerpo militar de insurgentes.

Fue parte de la junta de Gobierno de 1811, luego de los movimientos revolucionarios de José Miguel Carrera Verdugo. Dos años después enfrentó las represalias realistas, quienes apresaron a su madre y hermana, junto con quemar las casas de su hacienda, lo cual da muestra de los cruentas reacciones del proceso independentista. Luego, en el marco de las acciones militares de la patria vieja, entre 1813 y 1814, participó del sitio de Chillán, batalla del Roble, combates de El Quilo, El Membrillar, Tres Montes, Guajardo y Quechereguas, obteniendo sucesivas victorias para la causa patriota.

A mediados de 1814 las diferencias entre O’Higgins y José Miguel Carrera son evidentes, lo cual lleva al enfrentamiento entre patriotas en el combate de Tres Acequias, donde Luis Carrera logra una victoria transitoria. La llegada a nuestro país del Brigadier español Mariano Osorio y su avance hacia Talca logra unir nuevamente a los líderes chilenos, quienes se refugiaron en la plaza de Rancagua, donde luego de 36 horas de combate, debieron huir derrotados en dirección a Santiago, para emigrar a Mendoza luego de este desastre.

En Argentina recibió apoyo de José de San Martín, quien junto a O’Higgins retornará a Chile a través de la cordillera de los Andes el año 1817, derrotando a los realistas en la Batalla de Chacabuco, luego de la cual el Cabildo abierto proclamó a Bernardo O’Higgins como Director Supremo. En ese cargo, organizará el gobierno en lo jurídico, educacional, cultural y material, reglamentando sus funciones, imponiendo tributos, y adaptando las leyes de instituciones del régimen colonial, al principio republicano para establecer un sistema social sobre bases más humanas e igualitarias. Asimismo, promovió la creación de colegios, bibliotecas, hospitales, cementerios y planificó la urbanización de las ciudades. Además, legó a nuestro país la Escuela Militar y la Academia de Guardiamarinas; el Instituto Nacional; la Biblioteca Nacional; una nueva canción nacional; el Escudo de Armas de la República y la orden al mérito que reemplazaría los títulos de nobleza que fueron suprimidos.

Impulsó el desarrollo de una Escuadra para nuestro país, para asegurar la Independencia, impidiendo la llegada de refuerzos para las menguadas huestes del Virreinato que aún permanecían en Chile y luego consolidando definitivamente la independencia de Iberoamérica. De esta manera, con muchos esfuerzos económicos crea la primera Escuadra Nacional, la Comandancia de Marina, la Comisaría de Marina, la Infantería de Marina y los Arsenales Navales. El año 1818 da el mando de la primera Escuadra Nacional al Capitán de Navío Manuel Blanco Encalada, cargo que luego será detentado por el Almirante Lord Thomas Alexander Cochrane, quien logra destruir el poder naval español en el Pacífico.

No obstante, su gobierno no estuvo exento de críticas, ya que sus detractores lo asociaban con: el fusilamiento en Mendoza de los hermanos Juan José, Luis y José Miguel Carrera; el asesinato de Manuel Rodríguez Ordaiza; la arbitraria política del Ministro Rodríguez Aldea y de la Logia Lautarina, además de los roces del Ejecutivo con los otros poderes del Estado. Esto derivó en el levantamiento de las provincias y en la posterior renuncia del Director Supremo el 28 de enero de 1823, quien entregó el poder a una Junta de Gobierno para luego partir al Perú, donde falleció el 24 de octubre de 1842, mientras preparaba su retorno a Chile, durante el gobierno del Presidente Manuel Bulnes Prieto.

El año 1869, el Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, al  mando  de las corbetas de guerra «O’Higgins», «Esmeralda» y «Chacabuco», repatrió los restos mortales del ilustre prócer desde el puerto del Callao, los cuales fueron sepultados en el  Cementerio General hasta 1979, año en el cual son trasladados al Altar de la Patria. Esta última, fue remodelada en 2004, construyéndose una cripta subterránea en la plaza de la ciudadanía, donde descansa hasta el día de hoy.