Mayo 21

1818 Zarpa de Cádiz una expedición compuesta de once transportes que el rey de España envía al virrey del Perú para hacer la guerra a las colonias americanas de Chile y Argentina. Viajan protegidas por la fragata “Reina María Isabel”, lo que da una odea de que a la fecha, Su Majestad Católica ignora la situación de avance en su poder naval de las nacientes repúblicas, en cuya capital de Santiago, el 24 de agosto es conocida la noticia de la expedición que transporta un total de dos mil soldados.

1861 Nace en Valparaíso Alberto Fuentes Manterola, capitán de corbeta leal a Balmaceda que en abril de 1891 comandó la “Lynch”, nave que disparó los torpedos que hundieron el blindado “Blanco Encalada” en Caldera.
Reintegrado a la Marina en 1897, alcanzó el grado de capitán de fragata en 1906 y ascendió a capitán de navío por sus servicios en la Guerra del Pacífico.

1879 Llegada de Williams Rebolledo a isla de las Hormigas, El Callao.

1879 Combate Naval de Iquique y Punta Gruesa.
Las primeras operaciones de la Guerra del Pacífico tuvieron lugar en el mar; antes que los ejércitos pudiesen avanzar en el territorio enemigo, era indispensable que una de las flotas beligerantes desapareciera de las aguas del Pacífico. En los combates navales que se efectuaron, si se exceptúa el del monitor del almirante Grau con los dos blindados chilenos, en todos los demás los peruanos fueron inmensamente superiores.
En Chipana, el 12 de abril de 1879 la cañonera “Magallanes”, buque de madera con un cañón de 115 libras, uno de 64 y dos de 20 que mandaba el capitán de fragata Juan José Latorre, enfrentó con valentía y eficacia a las corbetas “Unión” y “Pilcomayo”, cuya artillería sumaba catorce cañones de 70 libras y cuatro de 40. Correspondiendo al compañero de curso de Prat librar el primer encuentro naval de la guerra, el mar situado a la cuadra del río Loa, fue el escenario de su primera estrella.
El segundo combate fue el de Iquique y Punta Gruesa, ocasión en que el 21 de mayo de 1879, el monitor “Huáscar” con cañones de 300 libras y el blindado “Independencia”, con catorce cañones, dos de 150 y doce de 70 libras, atacaron dos naves chilenas de madera que sostenían el bloqueo del puerto, la “Esmeralda” II con doce cañones de 40 libras, y la “Covadonga” con dos cañones de 70 libras, tres de 40 y dos pequeños de 9.
Estando de guardia la “Covadonga”, a las seis horas y treinta minutos el vigía de la cofa informó de dos humos que se divisaban hacia el norte de la rada. La novedad es trasmitida al comandante de la “Esmeralda” II, siendo su segundo comandante quien identificó el inconfundible trípode del palo trinquete del monitor. En dicha insignia, el comandante arenga a su tripulación, diciendo a sus hombres:

“Tripulantes del “Huáscar”: ha llegado la hora de castigar al enemigo de la Patria y espero que lo sabréis hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín, Ayacucho, Abtao y Dos de Mayo. ¡Viva el Perú!”

Desde su lugar de vigilancia en la rada, la capitana chilena se dirige hacia la costa e indica a su escolta que se aproxime. Prat en su camarote se viste de espada y guantes y coloca en su levita los retratos de su mujer e hijos.
Sube a cubierta y observa con serenidad los buques que se aproximan, sintiendo que se acerca la hora de hacer honor a la consigna de todo marino y buque chileno: nunca rendirse, decisión que dará como respuesta al jefe enemigo una vez iniciado el combate. Esto ocurrirá después de que el guardiamarina Zegers y el teniente Serrano, hayan brindado por última vez en la cámara, saludo que Serrano terminó diciendo: “Estoy dispuesto a todo”, frase que en la tradición naval chilena ha servido de lema para todos los buques que han llevado su nombre.
En el Boletín de la Guerra del Pacífico escrito por Pascual Ahumada, quedará constancia del texto de la arenga que Zegers y otros oficiales, entre ellos Luis Uribe y Francisco Sánchez, los dos oficiales que seguían en antigüedad al comandante de la corbeta, recordaron habría dicho Prat antes de comenzar la acción:

“Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente ningún buque chileno ha arriado jamás su bandera; espero, pues, que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte yo os aseguro que mientras viva tal cosa no sucederá, y después que yo falte, quedan mis oficiales, que sabrán cumplir con su deber”.

Con la salida de la “Covadonga” hacia el sur, perseguida de cerca por la “Independencia”, quedó la “Esmeralda” II sola batiéndose con el “Huáscar”, transformándose el combate en dos acciones separadas que han de tener diferentes resultados: La Gloria para la corbeta, la Victoria para la goleta.
La lucha causaba estupor en tierra y al darse cuenta el general Buendía que la lucha no logra definirse, dispone que una batería de tierra dispare sobre la corbeta que debe alejarse del lugar para no quedar entre dos fuegos. El lento movimiento de la “mancarrona” delata el desgaste de sus máquinas y la debilidad de sus hombres y maderos.
Considerando que la “Esmeralda” II, averiada ya en muchas partes, no se rendirá, y deseoso quizás de acabar de una vez con aquella escena, el contraalmirante Grau dirigió su monitor contra la corbeta para partirla con el espolón. Fue en esa circunstancia cuando Prat saltó sobre la cubierta enemiga, siendo herido de muerte. Al segundo golpe de espolón, saltan el teniente Serrano con un puñado de marineros al abordaje del monitor, cayendo víctima de su valentía sobre la cubierta enemiga.
La “Esmeralda” II, cubierta de cadáveres y de cuerpos mutilados, se sumerge en las olas del mar para buscar en el abismo el digno pedestal de su gloria, cuando el guardiamarina Riquelme, ya con los pies en el agua que debe darle pronta muerte, da fuego al último cañón, no para ofender al enemigo, sino para repetir hasta el último suspiro la protesta de su heroico Comandante, o para enviar un último saludo a la Patria lejana y decirle con el eco de aquel instrumento de muerte, que sus hijos nunca fueron vencidos; que la insignia del suelo materno flameando orgullosa en el mástil, se sumergía con ellos en el fondo del mar para envolver sus cadáveres como sudario precioso…
Años más tarde el guardiamarina Vicente Zegers, ayudante de Prat el día del combate, recordará la letra de la arenga pronunciada antes del combate, y el cirujano Guzmán citará la respuesta dada por Prat al almirante Williams, acerca de su propósito en caso de un ataque: “Si viene el Huáscar, lo abordo”. De las muchas opiniones y comentarios referidos a la heroica hazaña protagonizada aquella memorable jornada por Prat y sus Camaradas, la versión que escribió un oficial del crucero italiano “Garibaldi”, el doctor Santini, señala que:
“El 21 de mayo el “Huáscar” atacó en el puerto de Iquique a la vieja corbeta chilena Esmeralda, la cual se cubrió de gloria hundiéndose en el mar, con su bandera izada; pues ella, negándose a arriarla, mereció del monitor enemigo tres golpes de espolón. Sobre el puente del “Huáscar” encontró muerte gloriosísima el comandante de la “Esmeralda” Arturo Prat, quien se abalanzó sobre la nave enemiga empuñando el revólver y la espada, acompañado por unos cuantos que pudieron seguirlo”.

1885 Traslado del monumento de lord Cochrane a la avenida Brasil de Valparaíso.

1886 Inauguración del monumento a los Héroes de Iquique en Valparaíso.
Financiado con fondos provenientes de la colecta popular efectuada pocos días después del combate, en su construcción se utilizó piedra rosada de Rigolemu, Santa Rosa de Pelequén en San Fernando, y bronce perteneciente a antiguos cañones de la defensa costera del puerto.
Las figuras en bronce de Prat, del teniente Serrano y del Marinero se deben al escultor francés Pierre Puech, en tanto que las de Riquelme y Aldea corresponden al maestro chileno Virgilio Arias. La altura tomada desde el zócalo hasta la coronación es de 19 metros, observándose en la parte superior de la obra arquitectónica la figura del Capitán Prat sosteniendo la bandera y su espada, mientras posa un pie sobre un cañón. Su parte central, cuyas cuatro caras muestran en relieve las acciones de Arica, Angamos, Iquique y Punta Gruesa, las columnas y las graderías, son de mármol blanco.

1888 Resepultación de los restos de los héroes del combate del 21 de mayo de 1879, traídos de Iquique a bordo del “Huáscar”, comandante Prat, teniente Serrano y sargento Aldea.

1918 Inauguración de edificio del Club Naval de Valparaíso, en calle Condell.

1928 Durante la ceremonia del 49° aniversario del combate naval, mientras la “General Baquedano” II cruza el mar Caribe rumbo a Filadelfia, en su discurso patriótico el teniente Leopoldo Fontaine hace especial hincapié en el valor demostrado por el corneta Gaspar Cabrales “muchacho que murió tocando su instrumento luego de que una bala enemiga le atravesara el corazón”.
La tripulación del buque mandado por el capitán de fragata Julio Allard coreó las “hurras” por los héroes de iquique, sacándose la gorra con la mano derecha y levantándola tres veces a 45° por su costado, contestando con la palabra “Chile”, procedimiento que ya se aplicaba en los buques de la marina militar chilena, en cuyos cañones de grueso calibre del acorazado “Almirante Latorre” y de los cruceros, los marineros solían tomar colocación en puestos de repetido y de honores.

1930 Los restos del cirujano Cornelio Guzmán y del contador Juan Oscar Goñi de la corbeta “Esmeralda” de Prat, son sepultados en la cripta del MGN de Valparaíso. A recibirlos a nombre de la municipalidad porteña, su alcalde, Lautaro Rosas, recuerda a los oficiales que en el combate de 1879, en medio del crujido de maderos producido por los espolonazos del “Huáscar” se dedicaron a curar las heridas de sus compañeros “en una pequeña sala de armas convertida en hospital de sangre”.

1939 En el apostadero naval de Talcahuano, lugar donde oficiales mexicanos y ecuatorianos realizan cursos de especialización, autoridades de Tomé donan una placa de bronce tamaño grande con la siguiente inscripción:
“El pueblo de Tomé y zona circundante, graban en este bronce, la perenne expresión de sus sentimientos de gratitud hacia el jefe, oficiales y gente de mar del crucero “Blanco Encalada”, por sus actuaciones a raíz del terremoto del 24 de enero de 1939”.

1979 Revista Naval del Centenario del Combate Naval.
Las autoridades embarcadas en el buque escuela “Esmeralda” VI regresado días antes de su XXIV crucero de instrucción, reciben los honores de los cruceros “O’Higgins” IV y “Almirante Latorre” II, los destructores “Williams” II, Riveros” III, “Zenteno” II y “Portales”, las fragatas “Condell” III y “Lynch” III, y los submarinos “O’Brien” III y “Hyatt” III.

1989 Créase la IV Zona Naval, mando cuya jurisdicción se extiende desde el límite político internacional con Perú hasta el paralelo 26° sur. Establecida en marzo de 1975 como Distrito Naval Norte, su primer comandante fue el capitán de navío Eduardo Angulo Budge.